viernes, 18 de marzo de 2011

El Cine de Kim Il Sung




Hace unos 7 años aproximadamente llegó a El Salvador, la Primera Muestra de Cine de Corea del Sur. El pintor Rolando Reyes, al frente de la Dirección Nacional de Artes, me llamó a su oficina con la esperanza de que yo brindara información sobre esa cinematografía.

No pude aportar muchos datos, yo solo había visto en mi vida dos películas de Corea del Sur. Sin embargo, por mis años en Cuba, sí tuve el privilegio de ver varias películas de Corea del Norte. Lo único que pude decirle a Reyes es que las cintas norcoreanas son únicas y que seguramente era un cine muy diferente al que se produce en el sur, a pesar de que ambas cinematografías pertenecen a una misma nación.

Desde los inicios de la República Popular Democrática de Corea en 1948, el cine fue considerado un medio ideológico eficaz de propaganda. El Partido Comunista, al mando de su líder Kim Il Sung, tuvo especial atención en desarrollar la cinematografía nacional como uno de los principales medios para gobernar.

Kim Il Sung, quién mantuvo el poder en Corea del Norte por más de treinta años, aprobaba personalmente los argumentos de cada película, en la mayoría, de las cuales, él era el personaje principal como en el film “Mar de Sangre” con guión escrito por el propio máximo líder.


Kim Il Sung no diferenciaba entre una fábrica de tornillos y la industria del cine, todo era parte de un mismo engranaje y los cineastas eran los obreros del séptimo arte. Asistía a los rodajes como si verificara una producción de tractores, daba recomendaciones sobre el montaje y la música a emplearse.

Fueron muchas las películas que se produjeron de la vida del Camarada Kim Il Sung. Durante más de una década existió en Corea del Norte, una escuela de actuación a la cual se accedía mediante una rigurosa selección de personas que tenían un físico parecido al primer mandatario. De esta forma, asumían el papel de Kim Il Sung en las innumerables películas que el estado socialista coreano se había propuesto producir en los flamantes planes quinquenales.

En una academia especializada de régimen interno, los actores tenían poco contacto exterior y se sometían a una férrea disciplina. A parte del conocimiento sistemático de la “idea Zuche”, (pensamiento que rige el sistema filosófico e ideológico de Corea del Norte, que supone una desviación del leninismo), estos individuos se preparaban durante años para personificar a Kim Il Sug en su etapa de joven. Mientras otro grupo era preparado para interpretar al máximo líder en su etapa ya madura.

Pero ahí no terminaba la cosa, varias actrices se especializaban para el papel de mamá, esposa o abuela de Kim Il Sung, mientras otros actores se centraban en el papel del abuelo, el padre, tíos, amigos, generales y dirigentes del partido. En esa academia hubo también niños entre 3 y 10 años de edad.

De esa escuela fueron escogidas algunas personas a quienes los órganos de inteligencia utilizaron como dobles de Kim Il Sung, previendo un atentado en su contra. Por dedicar toda su vida a esta peligrosa tarea, estos actores fueron condecorados con las máximas distinciones que otorga República Popular Democrática de Corea.

Corea del Norte produjo durante los años 60s y 70s cientos de films que contaban el período de la guerra contra Japón y los Estados Unidos. Recuerdo una en especial, muy bien filmada, por cierto, que nada tenía que envidiarle a las películas de guerra que hacía Hollywood y llevaba por título: “Mar de fuego”, donde un comando suicida atacaba una base militar de los invasores yanquis.

Los cineastas de ese entonces, casi plagiaban los argumentos de Hollywood para desarrollar sus historias pero al revés: En este caso, los comunistas eran “los buenos” y los norteamericanos eran “los malos”. El estado destinó grandes recursos en recrear las principales contiendas bélicas de la historia de esta nación socialista en la que participaba el Ejército Popular de Corea con miles de extras.
Estas superproducciones, que podían ser tan caras como “Cleopatra” o “Los diez mandamientos”, creaban mundos sentimentales con fuerte carga de lirismo patriótico e ideológico, claves del realismo socialista o del “kitsch socialista”, pero eficaces a la hora de desatar la euforia y el “odio en masa al imperialismo”.

Se filmaban en cinemascope con escenografías monumentales en las que prevalecían los obreros, campesinos y banderas rojas. Todo era grandioso en el mejor estilo del nazismo, estalinismo y maoísmo. Aunque algunos actores fueran egresados de academias de arte dramático de otros países socialistas, nadie podía ser más famoso que Kim Il Sug.

El sistema de estrellas estaba restringido pero había artistas que gozaban de gran popularidad y debido a eso, sus rostros eran los que aparecían en los carteles de propaganda esparcidos por todas las ciudades. Tan es así que esos actores, intérpretes o ejecutantes del cine y el teatro, descansan en el “Cementerio de los Mártires de la Patria”, en las afueras de Pyongyang.

A pesar de la importancia del séptimo arte, asistir al cine en esa época se hacía mediante un método dirigido. Cada núcleo familiar tenía derecho a ir al cine según su tarjeta de racionamiento, no podías ir cuando querías, sino cuando te tocase y, tenían prioridad, sobre todo, los obreros destacados, los combatientes, campesinos o estudiantes sobresalientes.

La programación de las salas se reducía a películas de la Unión Soviética, China Albania, Bulgaria o Rumanía con historias de las grandes epopeyas del Ejército Rojo, la vida de Lenin, Stalin o Mao. No se exhibía cine Italiano, francés o inglés y menos norteamericano y japonés.

Contratar a un actor extranjero para la radio, cine y televisión, era impensable. Es por eso que en las películas bélicas entre Corea del Norte y Estados Unidos, los mismos coreanos tenían que hacer el papel de norteamericanos. Los extremos se juntan. Esto recuerda una ley que imperó en Estados Unidos, en los inicios de Hollywood en que ningún negro podía actuar en el cine y los blancos tenían que pintarse de negro como sucedió en la cinta clásica de 1915 “El nacimiento de una nación” de David W. Griffith´s.

En una de las últimas películas coreanas que vi en Cuba, aunque no recuerdo su nombre, no podré olvidar una escena en que un pelotón del ejército norteamericano acababa de masacrar una aldea de campesinos y se había atrincherado en la ladera de una montaña. La cámara mostraba a los “soldados gringos”, (con los ojos achinados), tomando whisky, mascando chicle y fumando cigarros Malboro en actitud triunfalista. Mientras uno de ellos vigilaba a través de unos prismáticos. Un corte y del otro lado, las tropas de Kim Il Sung, entonando himnos, avanzaban desde la montaña a todo armados de banderas rojas, bayonetas y fusiles AK-M. Corte al “oficial norteamericano”, impactado tira los prismáticos gritando a la tropa: “¡Huyamos como ratas! ¡Ahí vienen las hordas del invencible Ejército Rojo, al mando del Camarada Kim Il Sung, Comandante de acero, Mariscal de la patria y líder de los cuarenta millones de coreanos! ¡Sálvense quien pueda!!!!! Corte a un gran plano de los norteamericanos huyendo despavoridos a campo abierto.

Los actores que hacían el papel de norteamericanos o japoneses eran figuras señaladas con “graves faltas de indisciplina” o conductas que no les permitían aspirar hacer personajes heroicos o revolucionarios. Su vida actoral era una verdadera desgracia. En los teatros les tocaba interpretar los mismos papeles. Al terminar las funciones, parte del público enardecido se dirigía a los camerinos a gritarle ¡Asesinos! ¡Asesinos! y hasta amenazaban en linchar a los actores que hacían de “enemigos”.

Las películas coreanas terminaron por aburrir a todo el mundo, en su mayoría eran lamentables y Cuba, con un Sistema Socialista supuestamente más “relajado”, dejó de importar ese cine que provocaba más burlas que admiración.

Con la caída del muro de Berlín en 1989, se derrumbó el Sistema Socialista aunque Corea del Norte continúa hasta nuestros días, por los senderos del “Socialismo Real”. En 1994 Kim Il Sung, dejó el poder y murió a la edad de 82 años. Su hijo Kim Jong Il, un líder decadente, heredó un país hundido en una profunda crisis económica y que al parecer, solo tendrá fin con un acuerdo de reunificación con Corea del Sur.

No obstante a eso, la cinematografía de Corea del Norte en la actualidad, ha renacido con mejores brillos y con mejores argumentos. Algunas producciones de ese nuevo cine, están dotados de buena factura y han obtenido gran aceptación en importantes festivales internacionales.